Por las mañanas en estos sótanos el movimiento era febril; profesores, técnicos, estudiantes deambulaban por el laberinto, esquivando inmensos cajones que contenía fósiles de distintas especies y épocas. Quería vivir la noche, gritar su juventud.
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Absolutas, diría yo. En esas ocasiones ambos trabajaban en silencio, cuando se lo consultaba emitía parcas opiniones que transmitían la erudición y conocimientos heredados de su milenaria comunidad. No logró, sin embargo, que los que instalaron la nueva nevera, se llevaran la vieja; pero le hicieron el favor de arrinconarla entre la despensa: un enorme pieza, sin ventanas y olor a humedad, con tantos y tan grandes anaqueles que se podían guardar los suministros para sobrevivir una tercera guerra mundial. Obedientes, como necesitando una orden para la acción, los casi doscientos estudiantes se fueron agrupando tomados de los brazos formando un semicírculo. Se deleitaron con las empanadas, algunos rezongaban ante el chorro de jugo que saltaba ante el primer mordisco, éstas al estar recién fritas conservaban toda la sustancia de su relleno. Ambos puntuales.
Calaméo - La Noche De La Flor Del Cactus
La amó desde el primer edad que la vio. Parque Chas, donde los autores pierden a sus personajes. Y sí, lo haría, siempre lo supo. Aprovechar las geometrías y las composiciones estéticas para recuperar, también, un sentido ético. Florencia junto a sus compañeras María Luz y Angélica, se habían 26 26 quedado en la pensión.
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