Responde que en ocasiones los encargados de la limpieza de los baños de hombres de la Alameda, participan también en los encuentros sexuales entre hombres que tienen lugar dentro de los sanitarios. Por cada dos o tres voyeuristas hay por lo menos un exhibicionista.

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Todos los días y a cualquier edad, estamos a tiempo de despierta el erotismo, no dejes que tu vida sea como la de una robot que solo trabaja y duerme. En eso cierran los baños y los que estaban adentro corren para buscar refugio entre las tinieblas de la Alameda. La prostitución en el mundo amanerado, aunque existe, nunca ha sido tan necesaria para satisfacer esto, como en el mundo heterosexual, donde un lugar como La Casita parece logísticamente impensable. Una estación de radio suena silencioso por toda la casa. Escenas similares se repiten en diferentes puntos de la casa. Bastante rara vez entre semana. En uno de esos cuartos, sin saber quién fue, consintió anatomía penetrado sin protección alguna. En una noche como esas Alberto 5 se infectó con el VIH.

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Empero pues así es una, tonta y calenturienta. Imaginarla como una casa funcional resulta difícil. Varias entrevistas se hicieron en abriles posteriores y hay visitas de actualización que son de Ay, no sé. Los libros de la saga '50 sombras de Grey' rompió muchos esquemas a algunos hombres, que pensaban que las mujeres eran meras muñequitas a las que dominar en la cama. Los penetró a todos.

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Entre cada evento subía a la azotea a fumar un habano, a estar solo, a exhumar energías, a respirar un aire que no oliera a lo que huele realmente la humanidad… a seleccionar su siguiente bulto. En otro rincón se observa a una tercia de cuerpos que frotan, rozan y besan entre sí. Recupera tu ánima sexual de cuando eras joven y sorprende a tu acompañante renovando tu apetito sexual. Le sigue otra ficción: el etiqueta de ingreso. Cuando pregunté a los dependientes sobre la erección de La Casita me contestaron refunfuñando que para qué quería saber eso y que ellos no sabían. Conozco a muchísimas gente que va a estos baños, aunque le tengan alarma a la policía. El silencio de la madrugada cedía alce el creciente ruido de Insurgentes. Esa sensación tan agradable de trasgresión que ocurre cuando individuo entra a esas casas porfirianas que han sido adaptadas como cafés y restaurantes, en La Casita encuentra su radical contraparte.

¿Cómo inició todo? ¿Dónde se suele practicar en la ciudad?
Yo no quería que nadie se enterara. En un correo electrónico, enviado por este sitio a sus afiliados en todo el mundo, se puede leer: "Pasa este mensaje a las personas discretas y calientes. Me dirijo a uno de los mingitorios. Hoy en día el accionista paga una cuota de 90 pesos —alguna vez fueron 50— a una tercia de dependientes serios y malencarados. Es un muchacho como de 24 abriles, moreno, alto y de cuerpo fornido, lleva un pantalón azur de mezclilla y una playera café, holgada. Confiesa un equivalente de años después que no sabe qué fue lo que se apoderó de él, empero estaba muy alcoholizado.

Ay, no sé. Relata que cuando esto sucede, uno de los encargados de hacer la limpieza entra a los baños y comienza rociar el lugar con desinfectante. El primero afecta al hombre, y el segundo, a la mujer. Pero no hay ventanas que permitan el paso de la luz exterior, no hay puertas. Imaginarla como una casa funcional resulta difícil. Confiesa un par de años después que no sabe qué fue lo que se apoderó de él, pero estaba muy alcoholizado.
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Que acaba de visitar.
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