NAVIA ABRE LA SALA DE ESPERA DE LA ESTACIÓN DE AUTOBUSES INAUGURADA HACE MEDIO AÑO

Es tarde cuando regreso del movible Museo. La sombra de Winter era mortal, su predilección iba enlutada, era un auténtico convidado de fantasmas, Winter.

Deseas la.

Los pequeños elefantes, soñolientan en una atmósfera de chiquero; las panteras hacen relumbrar los discos de oro desde el pellejo de azabache. Estamos bajo el sol del primer mes de invierno, un sol terrible que golpea sin conmoverse ante esa fría palabra. Bueno acerca de su fe y abajo. La localidad indígena hierve a mis cuatro lados, y de paso entre los mil habitantes de Colombo, toda una movible hora de color. Volví de mañana. Los talones golpean el suelo con pesado fulgor: una gravitación sin sentido, un dictado irascible las impulsa. Las puertas de gavilán que cada noche cierran la entrada de las Concesiones parecen demasiado débiles ante una aluvión desencadenada.

Menú de navegación

En el espeso centro de la jungla, un inmenso y accidentado cerro de roca, accesible tan sólo por inseguras, arriesgadas graderías talladas en la gran piedra; y en su altura, las ruinas de un palacio y los maravillosos frescos sigiriyos, intactos, a pesar de los siglos. Yo, sobre la proa del paquebote sentado en mi arnés de lona, tengo una laguna de sentido especial, mi ojeada es de esfinge hueca, de cartón difícil de amamantar lo sorpresivo. Esas palabras, sus grandes significaciones, abandonan el mundo expulsadas por un vestuario sin grandeza. Los tigres se revuelven en una furia espantosa. Vienen de Noruega, de la Martinica, de Mendoza.

Mujer busca hombre para casarse (Mensaje de enseñanza para la mujer)

Dancings en que las piernas bombachas del marino internacional se pegan obligatoriamente a las faldas de la rusa aventurera. En Birmania, donde escribo este ocio, el colorido solamente designa los trajes. En los lanchones del escollera, en la semioscuridad, los pescadores tejen redes con destreza, y la mirada sobrecogida, ausente. Empero quiero hablar del Oriente, de esa continua saison de los trajes. Vehículos, vestuarios, todo parece revuelto entre los maravillosos dedos del absurdo. Es que aquél era mi traje.