No significa que si conozco perfectamente la vida de Beethoven, necesariamente, me va hacer comprender mejor su obra. Cuando me pongo a recordar todo eso, Maximiliano, me parece mentira que hayan pasado tantos años y que hayan llegado y se hayan ido todos esos días que parecía que nunca iban a llegar.
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Y es que no sabes, Maximiliano, cómo se ha muerto de gente. En cambio llegaron a Estados Unidos y se adaptaron. Pero tu corazón y tu sangre, mi querido, mi adorado Max, estaban envenenados. Mis damas de compañía me dan de comer en la boca, porque yo no la suelto. Te obsequiaron una escolopendra gigantesca en Las Canarias, y en México una culebrina de bronce fundida en Manila y con las armas de Carlos Tercero. Las obras se van armando por sus propias necesidades expresivas. Son muy inteligentes Tchaikovsky, Wagner, Bach… muestran su inteligencia al generar algo que no existía.
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He ordenado que los buzos rastreen el foso de Bouchout y los canales de Brujas y el Lago de Chapultepec. Cuando yo juntaba ramos de violetas en los Jardines de las Tullerías y me arrojaba después a los brazos de mi abuelo el Rey Ciudadano con su cabeza de pera y su paraguas negro y le preguntaba qué se sentía anatomía rey, y a mi abuela María Amelia le preguntaba qué se sentía estar casada y ser reina, entonces, Maximiliano, jamás pensé que habría de llegar el día en que yo misma iba a ser frontal esposa y luego esposa y soberana. Y por ti lavé y besé los pies de doce ancianas y toqué con mis manos reales las llagas de los leprosos, y enjugué las frentes de los heridos y senté en mis piernas a los huérfanos. Me lo dijo el mensajero. Es ameno conocer la intención primigenia del creador de estas obras, ya que nadie sabe qué biografía va a tener una acción de arte o en qué se va a convertir. Qué alegría, sí, saber que el pequeño príncipe imperial que me recibió en las escalinatas de Saint Cloud dejó su biografía en Zululandia, dentro de un uniforme inglés y con las botas llenas de lodo, a orillas del Río Sangre.
Empero nos dieron, Maximiliano, un trono de cactos erizado de bayonetas. Esa es una demostración de que no solamente el factor genético lleva al entendimiento de un pueblo, sino que el lugar de nacimiento y el entorno son importantes. Y llegó el día, Maximiliano, porque todos los días llegan alguna tiempo. Sólo la historia y yo, Maximiliano, que estamos vivas y locas. He pedido que las busquen en el basurero de Laeken, en todas las salas del Palacio Imperial de México, en las bodegas del Convento de las Teresitas de Querétaro, en las sentinas de la Novara, en los nidos que hacen en las chimeneas de Gante las cigüeñas que llegan de Alsacia, y no aparecen, Max, y pienso a veces que nunca, nunca me escribiste esas cartas y que actualidad yo tengo que hacerlo por ti, que ahora todos los días tendré que escribirlas por ti. Y yo, por ti, fui Emperatriz y goberné México. Las obras se van armando por sus propias necesidades expresivas. No se trata de una ironía, es el reflejo de lo que es América. A veces la biografía del compositor es una sucesión de anécdotas que no explica su facultad.
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